Discurso ofrecido por Clara Zetkin, como delegada del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista, en el Congreso celebrado en Moscú del 2 al 19 de diciembre de 1927. Incluido en el Informe Oficial del XV Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, publicado por el Partido Comunista de Gran Bretaña, en marzo de 1928.
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En nombre del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista, les doy mis más sinceros saludos y mis más fervientes deseos de éxito en vuestras obras. En el CEIC estamos plenamente conscientes de la extraordinaria importancia histórica de vuestro Congreso, ahora y en el futuro. Este Congreso debe trazar una línea divisoria entre el Partido leninista unificado y sólido, y aquellos individuos que vacilan y cuestionan el camino de Lenin. Esos individuos han perdido, por sus propias acciones, el derecho a estar en las filas de nuestro querido Partido Comunista. (Aplausos) El Congreso tendrá que confirmar la decisión, que ya ha sido respaldada por una mayoría colosal y aplastante de los miembros del Partido.
Hemos seguido atentamente las discusiones en los núcleos del Partido. Las conclusiones de esos debates no son, como sostiene la Oposición, resultado de la mordaza del aparato burocrático. Las decisiones de los núcleos del Partido, las decisiones de las amplias masas de militantes del Partido, han demostrado la madurez y el crecimiento del Partido Comunista de Lenin. Fueron esas masas de militantes las que condenaron, con razón, las acciones de ciertos militantes individuales del Partido.
Todavía vemos ante nosotros la gran manifestación de las jornadas de octubre. Aquella no fue una manifestación como las que estamos acostumbrados a ver en Europa occidental. Fue una marcha triunfal de obreros que se sentían constructores de un gran Estado socialista. La manifestación del día del Décimo Aniversario de la Revolución de Octubre fue una expresión de la gran fe de la clase obrera en su propia fuerza revolucionaria, así como de la confianza que las grandes masas han depositado en sus líderes: el Partido Comunista Leninista y su Comité Central. (Aplausos)
Las masas han demostrado ante el mundo que son portadoras de una fuerza creadora victoriosa. Han demostrado ante el mundo su inquebrantable fe en la férrea unidad de las filas leninistas. (Aplausos)
Camaradas, los logros de vuestro Partido aparecerán en los anales de la historia de la humanidad, no sólo como Partido que condujo al proletariado hacia su victoria de Octubre, sino como líder en la construcción victoriosa del Socialismo. Aunque hoy estamos viendo, es cierto, sólo los primeros pasos de dicha construcción, estos primeros pasos son tan monumentales que nada se les puede comparar. Pero es precisamente la magnitud de estos primeros pasos lo que plantea tareas aún mayores para el futuro, exigiendo la unidad completa y absoluta de todas las fuerzas de la clase obrera y su vanguardia, el Partido. Sobre todo ahora, cuando el mundo imperialista está tramando una vez más un bloqueo y una nueva invasión militar contra la Unión Soviética mientras ésta se halla comprometida en la construcción del Socialismo, es ahora cuando debemos unir con especial entusiasmo todas nuestras fuerzas al Partido Comunista.
La conducta de la Oposición es, o un sacrilegio, o una locura. Levanta su mano contra la gran causa inmortal de la construcción socialista. Amenaza la unidad del Partido. Las grandes masas de militantes del Partido rechazaron las propuestas de la Oposición, tras lo cual ésta hizo un llamamiento descarado a los elementos sin partido. Esto demuestra que la Oposición se ha apartado del leninismo y ha degenerado en socialdemocracia, en menchevismo ruso. (Aplausos. Voces: ¡Escuchen, escuchen! Aplausos) Ahora hablan de “Termidor” y de “degeneración del Partido”. El Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista siguió con mucha atención las actividades de la Oposición, no sólo porque esas actividades minan las fuerzas necesarias para la construcción socialista. También porque la influencia desmoralizadora de las actividades de la Oposición se hace sentir internacionalmente. Aquí en Rusia tenemos ante nosotros un Partido de hierro bien consolidado, fuerte y experimentado. Pero en Occidente tenemos partidos comunistas jóvenes, en pleno crecimiento, que se forjan en sus luchas. La actividad de la Oposición retarda el sano desarrollo ideológico y organizativo de estos partidos, por eso seguimos con tanta atención sus acciones. Pensamos que ahora, cuando los líderes de la Oposición renegada han empezado a actuar junto con los renegados más reaccionarios, y se han unido a los grupos expulsados de los partidos comunistas, sólo puede haber un veredicto contra ellos. Es cierto que la influencia de la Oposición es muy pequeña, pero cada trabajador honesto que pueda dejarse seducir por ella es tan valioso para nosotros que debemos poner toda nuestra energía en que ni un solo proletario honesto siga a Souvarine, que ningún obrero honesto siga a Maslow o a la Oposición de los renegados. Con sus actividades, la Oposición sólo está añadiendo leña al fuego de los Kautsky, Hilferding y compañia. Esto ocurre en un momento histórico en el que las masas trabajadoras de Occidente se están radicalizando y se están emancipando gradualmente de su ideología de derecha.
Las actividades de la Oposición son perniciosas también por otra razón. Sucede que sus acciones están estimulando nuevas esperanzas entre los grupos imperialistas de todos los matices. Esos grupos creen que cuando la Oposición desmoralice a los elementos más firmes del partido, será más fácil para ellos destruir a la Unión Soviética. Por eso, el Congreso debe decir categóricamente a la Oposición: no les dejaremos dar ni un paso más en el debilitamiento del Partido, ni ideológica ni organizativamente. Estamos firmemente convencidos de que con su decisión el Congreso sentará un precedente decisivo, no sólo para este caso, sino para todos los partidos comunistas del mundo. El Congreso demostrará la férrea unidad de las bases del Partido Leninista, adoptará una decisión firme, y proseguirá con bases sólidas la construcción del socialismo.
Es doloroso, por supuesto, que ciertos dirigentes a los que antes respetábamos por su trabajo hayan abandonado la causa de la construcción socialista. Peor aún, obstaculizan e interfieren esta construcción. Sin embargo, nosotros, los luchadores revolucionarios, no debemos abordar estos hechos con sentimentalismo. Para nosotros, nuestra causa está por encima de cualquier individuo. Déjenlos marcharse. El Partido Comunista Leninista y la clase obrera, imbuida de una voluntad de hierro y templada en la lucha bajo la dirección del Partido, garantizarán el desarrollo de la conciencia revolucionaria, de la voluntad revolucionaria y de la acción revolucionaria, infundiéndonos la firme convicción de nuestra victoria final. El Partido de Lenin y la clase obrera constituyen el factor histórico que salvaguardará a la Unión Soviética, asegurará un respiro para la construcción pacífica, llevará el desarrollo del socialismo hasta el final, unirá a los trabajadores de todos los países en la lucha contra el capitalismo y hará triunfar la revolución mundial. (Aplausos atronadores)